MAGNETISMO OBJETUAL.
Sofía Arévalo Reyes
MAGNETISMO OBJETUAL. UNA INTRODUCCIÓN AL ENIGMA DEL OBJETO ESCÉNICO
Sofía Arévalo Reyes
La impresión de ambivalencia descrita, con diferentes variantes, dependiendo de cada contexto, sujeto y materialidad, es lo que eventualmente nos puede causar el encuentro con un objeto. De este modo, esta sensación no se agota solo en una experiencia fortuita y efímera, como la puntualizada anteriormente, sino que podemos imaginar el mismo objeto mencionado, ahora ya no en una vitrina cualquiera, sino en un escenario o espacio dispuesto para la expectación, potenciado por recursos y estrategias propias de la escena teatral, las cuales pueden realzar su presencia y diversificar sus sentidos. Esto debido a que, gracias a los recursos del arte escénico, son capaces de generar diversos juegos de ilusión. Las objetualidades presentadas pueden ser percibidas desde otras perspectivas, permitiendo que el sujeto se tome su tiempo para apreciar el enigma potencial que encierran.
Por consiguiente, esta experiencia objetual, puede afectar de diversas maneras a los participantes que asisten a un encuentro teatral, quienes, debido a su bagaje, podrán sentirse afectados por la aparición de un objeto realzado en escena. Así, este encuentro con el objeto puede, incluso, despertar aspectos inconscientes en el ser humano, debido a que la interacción con una determinada materialidad, vía el tacto, la cercanía o la distancia, puede generar en el sujeto una eventual sensación inquietante ante la presencia de aquello que no comprende del todo o que lo liga a un recuerdo pasado o a una materialidad conectada con lo ancestral de la humanidad. En consecuencia, el objeto puede provocar diversas sensaciones, como curiosidad, fascinación, desconfianza, incomodidad, entre otras, ya sea que el participante interactúe activamente o no, con el objeto, o que este se encuentre solo o en compañía de otros elementos escénicos o intérpretes.
Teniendo en cuenta el escenario sugerido, para intentar esclarecer la sensación de querer acercarnos y a la vez alejarnos del objeto puesto en escena, esta contribución, propone la existencia de un magnetismo objetual, el cual estaría pensado para un contexto escénico y sus potenciales desplazamientos. En este contexto, el objeto escénico sería aquella materialidad de diversa índole que se utiliza, no para ser exclusivamente utilería o parte de una escenografía, sino que se hace partícipe en escena, evidenciando la simbología que alberga y las ambigüedades que genera, resultando su presencia eventualmente enigmática, lo que provocará el intento de develar sus sentidos.
Por tanto, ante la presencia y usos de objetualidades, la escena puede quedar tinturada con una energía enigmática, la cual implicaría un avance y un retroceso frente al objeto, produciendo lo que hemos denominado como magnetismo objetual. Por lo que éste funcionaría como una sensación enigmática de atracción y repulsión simultánea entre materialidades heterogéneas, humanas y objetuales, potenciadas por estrategias escénicas o por las fluctuaciones de las materialidades utilizadas por los creadores y acompañadas por la disposición perceptiva abierta de los participantes. Este magnetismo objetual tendría diferentes variantes de acuerdo a los objetos escénicos utilizados y estaría marcado por la difuminación de las nociones de presencia-ausencia, vida-muerte y por los ilimitados vínculos, profundos y superficiales, que se producen entre los cuerpos partícipes de una escena.
Cabe destacar que, actualmente en la escena teatral ha existido una proliferación de propuestas que apuestan por la utilización de elementos objetuales, aumentando con esto las posibilidades expresivas. Cada vez más se aprecia el uso de diferentes dispositivos y materialidades que permiten visibilizar al cuerpo humano, acompañado, hibridado o suplantado por diferentes estructuras.
Imaginemos la siguiente escena, vamos caminando de manera distraída por la vereda de una calle cualquiera y de pronto en nuestro recorrido, un objeto específico llama nuestra atención. Primeramente, sin detenernos lo miramos de reojo, pero esta acción no termina de satisfacer del todo nuestra curiosidad, por lo que decidimos voltear la mirada hacia él y observar con mayor atención. De igual modo, este esfuerzo pareciera ser insuficiente, por lo que optamos por detenernos para acercarnos cada vez más al objeto, mientras comienza a aparecer en nosotros una sensación contradictoria que nos impide definir si nos causa fascinación o rechazo. El objeto ha logrado su cometido, nos tiene cautivos.
Foto: Cortesía del autor.
En este sentido, cabe señalar que la incorporación de estos elementos objetuales y otras estructuras a la escena teatral, no es algo nuevo, sino que desde tiempos inmemorables ha existido la impronta de utilizar elementos expresivos que excedan las capacidades actorales de los intérpretes humanos. De este modo, en la historia de las artes escénicas, los objetos y otras materialidades han podido representar, presentar, o simplemente estar en una situación escénica, prescindiendo o no de la compañía directa de cuerpos humanos. Así, el director y escenógrafo británico Gordon Craig señalaba que “en los tiempos antiguos el cuerpo humano no era utilizado como material en el arte del teatro” (1987, p. 118). Con esto se refería a los espectáculos realizados por animales, específicamente a la lucha entre un tigre y un elefante en un campo de arena. Mencionaba que este tipo de enfrentamiento entregaba toda la emoción que se podía esperar de la escena moderna y en un estado puro.
Lo interesante de esta reflexión, son las posibilidades dramáticas derivadas de la ausencia o de la presencia humana disminuida que Craig advierte en este tipo de espectáculos. Posibilidades en las que lo humano, eventualmente se puede presentar de manera más honesta en escena, precisamente sin la participación directa de cuerpos humanos y de sus estrategias de representación. Esto fue dando lugar en las diferentes épocas, a que piedras, sombras, máscaras, muñecos, títeres, marionetas, objetos cotidianos, animales, plantas, imágenes, entre otras materialidades, pudieran activar, desestabilizar, y/o potenciar procesos escénicos, complejizando las posibilidades de creación dramática.
Lo anterior permite concluir que la utilización de diferentes materialidades facilita el establecimiento de un juego de percepciones, en el cual el objeto escénico en interacción con el cuerpo humano, sería el portador de un poder magnético capaz de producir fascinación y repulsión al mismo tiempo. Por tanto, pensar en el objeto permite advertir esa misteriosa capacidad que tiene para perturbar y causar, en diferentes grados, cierta extrañeza o perplejidad en todo aquel que se vincule con él.
Referencias
Craig, Gordon (1987). El arte del teatro. Traducción de M. Margherita Pavía. México, D.F.: Grupo editorial Gaceta.
Sofía Arévalo Reyes (Chile)
Profesora, Actriz y Doctora en Estética y Teoría del Arte. Integrante de la compañía Teatro boutique, en donde prepara la segunda parte de una trilogía escénica objetual sobre tiendas. Actualmente, ejerce docencia en la Universidad de Santiago (USACH) y en la Universidad Metropolitana (UMCE).




Ilustración SEQ Ilustración * ARABIC 2 obra de teatro objetual. Fotografía Coti Valdivia
