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TÍTERES, OBJETOS COMO CUERPOS ANIMADOS

Por: Irene Arismendi Noguera

“Los objetos tienen como función, en primer lugar, personificar las relaciones humanas, poblar el espacio que comparten y poseer un alma”.

Jean Baudrillard

Irene Arismendi Noguera. Nacida en Barinas, Venezuela, el 2 de agosto de 1983. Estudió música en el Conservatorio Superior de Música Simón Bolívar. Es licenciada en teatro por la Universidad de las Artes en Venezuela y maestra en historia del arte por la UNAM, México, donde actualmente radica. Es titiritera y directora de varios montajes en el que piensa al objeto desde su dimensión lúdica participativa, la construcción de nuevas dramaturgias visuales a partir de los objetos y la dimensión performativa; cuerpos que se dinamizan en el espacio.

Cuando el titiritero está a la vista del público manipulando un objeto, su situación se parece a la del músico que ejecuta su instrumento. El vínculo, la relación que establezca el titiritero con su “instrumento” resulta decisiva para el resultado, ya que puede impedir, hacer posible o arruinar todo el trabajo.

Cuando un violinista está en el podio de un concierto no tiene que esconderse para que el público disfrute de la música, y algo parecido debe ocurrir con el titiritero.

Por más neutro escénicamente que sea el titiritero, así vaya vestido de negro, con guantes y capucha, su presencia se siente. Cualquier movimiento inmotivado, por más pequeño que sea, se nota y molesta a quien lo contempla. La situación se torna más difícil cuando hay dos o tres titiriteros manipulando un mismo títere. Esto exige mucha concentración si la intención sigue siendo dejar que sea el títere el que actúe, el que comunique.

Por otro lado, el compromiso que asume el titiritero sumado a la concentración en la figura durante el hecho interpretativo, pueden contribuir a aumentar la atención del espectador.⁴

Existen casi tantos criterios de clasificación como objetos mismos: según su talla, su grado de funcionalidad, el gestual a ellos vinculado (rico o pobre, tradicional o no), su forma, su duración, el momento del día en el que aparecen (presencia más o menos intermitente, y la conciencia que se tiene de la misma), la materia que transforman (en el caso del molino de café, no caben dudas, pero ¿qué podemos decir del espejo, la radio, el auto?). Ahora bien, todo objeto transforma alguna cosa, el grado de exclusividad o de socialización en el uso (privado, familiar, público, indiferente), etc. De hecho, todos estos modos de clasificación, en el caso de un conjunto que se halla en mutación y expansión continuas, como el de los objetos, podrán parecer un poco menos contingentes que los de orden alfabético.¹

     Vivimos rodeados de objetos, los objetos definen lo público y lo privado, lo sagrado y lo profano, lo que perturba y lo que da paz, lo oculto, lo marginado, lo que carece de importancia y termina siendo desecho. En las casas de los pescadores de pueblos costeros del Caribe Venezolano como los Caracas, Chuao o Choroní, es frecuente encontrar -desperdigados o abarrotados- objetos extraños que parecieran ser nostalgias matéricas de algo que un día fue y que ya no lo es más, vestigios, como por ejemplo un reloj sin agujas y que en vez de números tenía fotos pequeñas en cada espacio, objetos domésticos: muebles rotos, refrigeradores corroídos por la sal, ventanas cuyas maderas están atormentadas, astilladas, objetos de trabajo: redes, cuerdas, lámparas de kerosén, almanaques viejos que se resisten al paso del tiempo, cañas, anzuelos, y todos conviven en un universo de cachivaches “inútiles”.

     La introducción del objeto como tal en el campo del arte forma parte de la crisis de la representación que enfrentó al Simbolismo con el Naturalismo en el siglo XIX, en tanto forma de reivindicar el estatuto de lo que se consideraba “real” para la creación artística, y esto desembocaría en el siglo XX con Duchamp y el Dadaísmo del cual haremos mención más adelante. Los objetos migran al lugar de la representación y trascienden de su función utilitaria. Y en el siglo posterior, los objetos han generado convenciones sociales. Narran modos de vida, estatus socioeconómicos y abrigan historias que van de generación en generación, reescribiéndose. El aquí de estas prácticas permite abrir el espectro y mirar el mundo objetual que sitúa al arte –en el ecosistema que circunscribo- devenido en títere, en objeto, en escenas de seres expresivos, inanimados, arraigados en el aquí como lugar donde suceden.

     El vocablo “títere” fue sustituido por el término “objeto” porque este último puede abarcar mucho más, es decir cuando hablamos de objetos podemos hablar de títeres antropomorfos, zoomorfos, pero también de máscaras, de juguetes (por el tema lúdico), de objetos como tal: el plato, la taza, el reloj, la maleta, etc. Un títere es toda aquella materia que puede ser animada, esto nos permite pensar al títere como un objeto que estaba quieto y que al habitarlo el titiritero ya no lo está más. Por su parte, Anne Ubersfeld define el objeto teatral diciendo que toda cosa que figura en escena adquiere ipso facto el carácter de objeto. Insiste, además, en dos de sus características principales: aparecer en el texto teatral (diálogos y didascalias) y ser manipulado por los actores.

     Durante el Movimiento Dadaísta² en el siglo XX que promulgó la libertad de las obras de arte, Marcel Duchamp se posicionó como una de las figuras que encontró en la creación artística un ejercicio de voluntad y libertad, incursionando en el Cubismo, el Fauvismo, el Surrealismo, el Futurismo. Fue entonces en 1917 cuando la Sociedad de Artistas Independientes -de la que Duchamp formaba parte- decidieron organizar una exposición en la que el artista presentó un urinario titulado Fuente. Luego de controversias y ciertas personas escandalizadas, la obra fue expuesta y aparece entonces el ready–made, cuyo concepto fue definido por Duchamp como una reacción contra el arte retiniano es decir contra el arte que se aprende desde la mente. Con esta postura, Duchamp lo que pretendía era ir directamente a la naturaleza del arte escogiendo objetos que le resultaran insulsos, indiferentes finalmente: object trouvé (objeto encontrado el cual es aquél que ha migrado de su lugar en el mundo cotidiano al ecosistema del arte) y que aquí ha adquirido otra configuración sígnica.

     Objetos encontrados vs los objetos fabricados. En palabras de Rafael Curci: objetos unívocos y objetos multívocos. De manera que es imperativo definir el pilar fundamental del proceso: el otro cuerpo, los títeres: objetos, presencias escénicas, cuerpos animados. Para esto, en un primer acercamiento, estableceré lo que para mí – como titiritera- es un títere y qué es lo que ocurre con ésta dicotomía: ¿teatro de títeres es lo mismo que teatro de objetos? Esta pregunta ha sido objeto de discusión en el medio titeril, en el que unos niegan al títere como objeto y otros en cambio asumimos al títere como un objeto, pero habría que definir entonces

¿Qué es un objeto? ¿Qué es un títere?

La palabra “títere” proviene de ti ti, un vocablo que se emitía con un pequeña lengüeta que el titiritero se colocaba en la boca y al soplar emitía un sonido que acompañaba toda la acción; es decir, el títere no articulaba palabras sino que todo lo hacía con este sonido: ti ti. Ahora bien, cuando utilizamos la palabra títere generalmente se piensa en la figura antropomorfa cuya expresividad radica en rasgos miméticos, simulados. Y más allá, cuando se alude a la palabra títere sólo se piensa en el guiñol tradicional –conocido también como títere de guante- además, lo que caracterizó al títere por años fue poseer una figura, por lo regular antropomorfa, con forma de niño, anciano, mujer u hombre, mimetizado y caracterizado como: un policía enojón, un bombero sonriente, un astronauta asustado, etc., recreando actitudes humanas desde el simulacro: simular que camina, simular que duerme, simular que corre, simular que habla, simular que existe…, todo esto por lo general detrás de un retablillo o como lo conocemos hoy en día: un teatrino. La situación cambió cuando los títeres comenzaron a generar un cambio en la mirada del espectador, es decir en la forma en la que eran vistos. Antes, el titiritero oculto a la mirada del público sacaba los títeres desde abajo y el público sólo veía al muñeco; ahora, el titiritero sale del teatrino y anima / manipula los objetos a la vista del público, lo que provoca que él mismo se vuelva signo: el titiritero es entonces un signo. El teatro de objetos es un movimiento que expresa una firme voluntad por liberar al títere de su antiguo mimetismo.³ De manera que, cuando hablamos de objetos, podemos hablar de títeres antropomorfos, zoomorfos, pero también de máscaras, de juguetes (por lo lúdico), de objetos como tal. Todos ellos pueden convertirse en personajes con los cuales es posible construir una escritura visual y poética. Si partimos de que un títere es toda aquella materia que puede ser animada entonces podemos, sin duda, pensar al títere como un objeto que estaba quieto y que al habitarlo el titiritero ya no lo está más. Es decir, ahora se puede mover, ahora tiene un alma.

     Retomando el asunto de la mirada, comentado en el párrafo anterior, Michael Meschke vuelca una serie de ideas respecto al titiritero que trabaja a la vista del público; estos nuevos posicionamientos devinieron en nuevas miradas y nuevas construcciones respecto a los títeres:

Durante los últimos años, ha surgido un gran interés en el estudio del teatro desde una perspectiva semiológica. El objeto teatral es móvil y polisémico, pues como signo teatral, se resemantiza a lo largo de la representación, adquiriendo nuevos sentidos y nuevas funciones.

1 Jean Baudrillard. El sistema de los objetos. Siglo Veintiuno Editores. 2007. México.

2 El Dadaísmo fue un movimiento contestatario y rebelde contra las convenciones literarias y artísticas, de la burguesía francesa del siglo XX. Fue un movimiento que constantemente buscó rebelarse contra la guerra, la sociedad, la jerarquía. Para los dadaístas era imperativo crear un nuevo orden, una nueva mirada del mundo, más ingenua, más infantil. Dadá, que en francés significa: caballito de madera, fue una invención, un mito que surgió en las noches del cabaret Voltaire cuando la Sociedad de Artistas Independientes se reunía en una especie de bacanales liberadoras en las que cantaban, bailaban etc… La historia del arte registra la etimología de la palabra como un enigma que permaneció siendo una vanguardia violenta, incomprensible, turbia.

3 Paska Román. Títeres, objetos que hablan. Fundación Editorial El perro y la rana. 2009. Universidad Central de Venezuela.

4 Meschke citado por Curci en: De los objetos y otras manipulaciones titiriteras. Libros de Godot. México, 2011.

Referencias bibliográficas

Baudrillard, Jean. El sistema de los objetos. Siglo XXI. Barcelona. 2007

Curci, Rafael. De los Objetos y otras manipulaciones titiriteras. Libros de Godot. México, 2011.

Paska Román. Títeres, objetos que hablan. Fundación Editorial El perro y la rana. Universidad Central de Venezuela, 2009.

El muñeco de cuerda que al activarlo movía su cabeza acompasado por la melodía Qué pequeño el mundo es, la casa de muñecas con el interior lleno de muebles, la caja registradora con monedas multicolores y una campanilla, la cuerda para saltar, dos candelabros dorados de la casa de la abuela, las maletas, la bicicleta, la pequeña máquina de coser que generaba revuelo entre las niñas de la primaria, el reloj cucú suizo de mi abuelo, el tornamesa de mamá, las mecedoras de la bisabuela (una café y una color pastel), la hamaca, las campanas de viento, el violín que siempre me acompañaba, el piano de la estancia, los baúles con fotos… son un recuento de algunos objetos que existen en mi memoria y que hoy me permiten pensar en los otros cuerpos, ¿títeres: objetos como cuerpos animados?

     A lo largo de nuestra vida hemos habitado con objetos de diversas naturalezas que en palabras de Baudrillard:

Madame Cabaret. Encuentro de títeres. Estado de México, 2019.