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on numerosos los grabados antiguos donde se ve a los titiriteros ambulantes chinos con sus retablos armados sobre el propio cuerpo. También hay imágenes de skoromoj (artistas ambulantes) de Rusia y Eslovenia con teatros similares. Esta forma de trabajo fue tradicional además en Persia y toda Asia Central. Un detalle importante es que en todos los casos el titiritero, que porta un coqueto retablo en lo alto, muestra premeditadamente los pies por debajo, y a veces destacándolos parado sobre una banqueta. ¿Es un procedimiento deliberado de extrañamiento semejante al que pretendía Bertolt Brecht con el distanciamiento? ¿No alcanzaba con que los actores fueran muñecos para afirmar que se trataba sólo de una representación? Tal vez la respuesta sea más simple. Quienes amamos el teatro de calle sabemos que es una práctica que nos conecta con un espacio sagrado, sin tiempo, y que nos enseña lo que el teatro sabe al enfrentarnos con todo tipo de público, amable e implacable. En lo personal uso un retablo similar al de los chinos, pero no muestro los pies. Y el viento, cuando aparece, me los delata al mover la tela que cuelga al frente. Y no falta el niño pícaro que grita desaforado, como descubriendo un secreto oculto: “¡Se te ven los pies!” Entonces pienso: ¿No será que a los chinos les pasaba lo mismo todo el tiempo? Y ya cansados de escuchar a esos molestos chinitos recurrieron, sin saberlo, a la enseñanza que siempre transmite nuestro maestro Mauricio Kartun: “Frente a un problema técnico, la solución debe ser poética”.

(Agradecemos especialmente el trabajo de investigación realizado por Títeres Arco Iris sobre imágenes que hemos utilizado en este artículo.)

LOS PIES DE LOS TITIRITEROS CHINOS

Por: Pablo Sáez